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Método ropa: el método de embarazo para parejas lesbianas más demandado

En post anteriores del blog ya repasamos cuáles son las principales técnicas de reproducción asistida: fecundación in vitro e inseminación artificial. La cuestión es saber en qué casos se opta por cada una de estas dos alternativas que nos ofrece la reproducción asistida.

En el caso de la inseminación artificial se deposita una muestra de semen en el útero de la mujer en el momento de la ovulación. En el segundo caso, la fecundación in vitro, el óvulo y el espermatozoide se unen en el laboratorio. Es una técnica más laboriosa y, por lo tanto, más costosa. De todos modos, las diferencias entre los dos procedimientos no terminan ahí. ¿De qué depende que se opte por uno u otro? ¿Qué hay que tener en cuenta? 

Básicamente, todo depende del punto de partida, del problema de fertilidad que presente la persona. La inseminación artificial se emplea por ejemplo en los siguientes casos:

  • Problemas de ovulación: después de probar con tratamientos inductores de ovulación, si estos no dan resultado, se puede optar por la inseminación.
  • Pacientes con endometriosis mínima.
  • Esterilidades masculinas muy leves: si el semen es de mala calidad. La inseminación hace que se mejoren las condiciones de ese semen. Además, se le ayuda depositándolo en el útero para que el espermatozoide alcance antes el óvulo.
  • Esterilidades de origen desconocido.

La fecundación in vitro como técnica de reproducción asistida

Este procedimiento, a diferencia de la inseminación, se utiliza en caso de: 

  • Trompas de Falopio obstruidas: también en casos de mujeres que no las tienen como consecuencia de un proceso quirúrgico.
  • Esterilidad masculina severa.
  • Endometriosis severa.
  • Esterilidades de origen desconocido: primero se opta por la inseminación artificial. Si esta no funciona, se puede probar con la fecundación in vitro.

¿Hay un método más efectivo que otro?

La fecundación in vitro es algo más efectiva. De hecho, la tasa de éxito, de que se produzca un embarazo, es de entre un 39% y un 41%. En cambio, la inseminación artificial tiene una tasa de embarazo que oscila entre un 13% y un 15% por intento. De todos modos, cuando se elige la inseminación artificial no se realiza un único intento, sino tres o cuatro ciclos. Tras los cuatro primeros ciclos, la tasa acumulativa incrementa la efectividad al 20% o 21%.

Si ninguna de las dos técnicas funciona, habrá que explorar las causas. No podemos olvidar que una de las consecuencias de la edad es el envejecimiento fisiológico del ovario. Esto redunda negativamente en el éxito de los tratamientos y en la calidad de los óvulos. En estos casos, se puede seguir optando por estás técnicas de reproducción asistida pero sustituyendo gametos. Es decir, usando los óvulos o el semen de un donante. 

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Acerca del autor

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Dr. Miriam Al Adib Mendiri

Médico especialista en ginecologia y obstetricia , Hospital de la Salud Efímera